El agujero en la capa de ozono ubicado sobre el océano Ártico se cerró en los últimos días y fue desapareciendo de la misma manera en la que se formó, relató Servicio de Monitoreo de Atmósfera.
Pese a que se planteó la hipótesis que la reducción de la contaminación pudo haber sido fomentada por la cuarentena por coronavirus, la desaparición de la grieta se debió a “una solución natural provocada por una ola de calor”, informó en su cuenta de Twitter el Servicio de Monitoreo de Atmósfera Copernicus.
La entidad explicó que “el vórtice polar se dividió, permitiendo la irrupción de aire rico en ozono en el Ártico, un ciclón persistente a gran escala en la zona ubicado en la media y alta troposfera y la estratosfera».
Copernicus agregó que el vórtice polar aún no ha llegado a su fin y se seguirá reformando en los próximos días, además, los valores de ozono no volverán a los niveles muy bajos como ocurrió a principios de abril, cita la Agencia Alemana de Prensa (DPA por sus siglas en alemán), en Argentina.
El cambio en la capa de ozono inició a finales de marzo, cuando la comunidad científica notó que en el Polo Norte un agujero de enormes dimensiones en la capa de ozono, (gas que protege a la tierra de la radiación ultravioleta del sol), para inicios del mes de abril, la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés), confirmó la existencia del mismo en base a datos obtenidos del satélite Sentinel-5P de Copernicus.
De acuerdo con el reporte de los científicos, las temperaturas inusualmente gélidas en la estratosfera provocaron la apertura del agujero en la capa de ozono estratosférico sobre el Ártico durante esta primavera boreal, fenómeno que se produce en la Antártida al finalizar el invierno austral.
Este año, por las temperaturas alrededor del Polo Norte obtuvieron viento atrapados en aire frío (vórtice polar), al perderse el 30% del gas en el vertical del Polo la temperatura descendió a -80 grados provocando que las dimensiones de grieta se fueran cerrando.
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