Una china vende picapollo tranquilamente, mientras en las afueras de su negocio, un grupo de haitianas ofrece ajo y una que otra cosa. No lejos de allí, unos motoristas conversan bajo la sombra de un árbol, mientras los soldados inspeccionan los vehículos que entran y salen del pequeño municipio en los distintos controles.
Es un día normal en Jimaní, el punto fronterizo más cercano a la capital de Haití, Puerto Príncipe, el cual sólo es alterado por un tumulto inusual en la bomba de combustible aledaña a la puerta que separa a ambos países.
Es el tercer día de huelga decretada en suelo haitiano y los nacionales del vecino país pasan por decenas a buscar desesperadamente combustible. La situación causó inestabilidad repentina, pero los militares dominicanos fueron convocados a tomar control de la situación y así lo hicieron.
El orden del proceso sólo lo alteró un haitiano que quiso pasarse de… Seguir leyendo
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