
La década de los años 90 fue una década de transición y crecimiento para República Dominicana. En los ámbitos políticos, económicos y sociales, el país pasó por grandes transformaciones que lo impulsaron a insertarse en la economía mundial como nunca antes lo había hecho.
Entre todos los años de esta década, quizás el más trascendental fue el 1992. A pesar de que 1994 y 1996 son recordados como años de gran importancia debido a las transiciones políticas que se produjeron, el 1992 marcó un antes y después para la economía dominicana.
Ese año dio inicio a un gran cambio legislativo y económico en el país, con la aprobación del Código Tributario, el cual, a pesar de tener (todavía al día de hoy) importantes deficiencias, modernizó la capacidad recaudatoria del Estado. También nos sirve de recordatorio que los grandes “pactos fiscales” sí son posibles, si existe voluntad política y social para hacerlo.
Por igual, en 1992, se aprobó el Código Laboral, el cual, al igual que el Código Tributario, fue muy importante para darle las herramientas al país para progresar durante las décadas venideras. A pesar de que este código, al día de hoy, no responde de manera adecuada a las necesidades de la economía moderna, en ese momento, el mismo fue revolucionario para nuestro país.
En materia de comercio internacional, este año también fue muy importante. Las rondas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Acuerdo GATT, la consolidación y real inicio de la industria de zonas francas (creada mediante una ley del año 1990), colocan al país en medio de la creciente marea de intercambio comercial entre países, algo que todavía, al día de hoy, sirve de motor de nuestra economía.
Finalmente, y a modo de anécdota, siempre recordamos al año 1992 como el año en que República Dominicana se abrió a las franquicias multinacionales, símbolo de que el país había pasado a formar parte del entorno global. En ese año, se produce la apertura de una famosa franquicia de hamburguesas (hasta contando con el denominado “Bar 92”) en el aeropuerto. ¿Cuántas familias dominicanas habrán realizado un paseo dominical para ir a cenar en ese “lujoso” restaurante en ese entonces? Hoy día, ya eso nos parece casi tan anticuado como la televisión en blanco y negro, pero fue apenas hace 26 años.
La lección que nos podemos llevar de lo ocurrido en el año 1992 es que cuando los sectores público y privado se encuentran alineados, pueden impulsar reformas y emprender en negocios que a largo plazo llevarán al país a su próxima etapa de desarrollo.
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