Compradores compulsivos, y aquellos para quienes comprar forma parte de su remedio antiestrés, suelen encontrarse en un momento emocional complejo poco tiempo después de su adquisición.
Las compras emocionales no suelen ser planificadas. Existen personas que tienen recursos suficientes y nunca sufrirán por una compra, todo lo contrario, disfrutarán lo alcanzado. Otros no hacen adquisiciones que comprometan su patrimonio, ellos se dan gustos pequeños con relación a sus ingresos. No quiero referirme a estos actuantes, sino a los que se quejan de que el dinero no alcanza y a los que tienen deudas de consumo.
Para algunas personas el estrés es una constante en sus vidas, tanto trabajo los lleva a una situación de tensión que debe ponérsele remedio. Conozco gente que decide irse de compras como válvula de escape, es una forma fabulosa para ellos. Compran algo y sienten que han recibido la recompensa por su labor.
El cerebro es así, tenemos un lugar al que se le ha llamado el centro de las recompensas. Cuando sentimos la satisfacción de la labor realizada el centro se activa y riega endorfinas por el cuerpo, las hormonas de la felicidad. Es la razón de que muchos busquen en las compras el desestresante natural.
Otros ven algo que les gusta y no pueden resistirse… también su cerebro les está diciendo que merecen una recompensa por todo lo que trabaja o ha trabajado. Un vendedor astuto se lo recuerda y una tarjeta de crédito se lo hace posible.
Como vemos el cerebro es el principal enemigo de los compradores emocionales. Está programado para lo que éramos en la prehistoria, un ser inmediatista porque su expectativa de vida era menos de 30 años. No tenía que pensar en el próximo mes… es más, salía a cazar y solo pensaba en la comida de ese día, al día siguiente tendría que conseguir nueva.
Dominar el deseo de tener la recompensa de inmediato es una labor que nos ha llevado siglos de evolución y aún no la hemos dominado. Pensar a largo plazo es una cuestión de las últimas décadas. Hoy tiene consecuencias el ser inmediatista.
Salir a comprar artículos y servicios no programados con dinero que no tenemos asignado a esa adquisición y que ni siquiera aún nos hemos ganado traerá consecuencias. Insisto, de no ser una compra que no afectará nuestro presupuesto. Si buscar el dinero del pago de la tarjeta se convierte en estrés, de nada nos sirvió desestresarnos con una compra.
Es que el estrés de hoy en gran parte es financiero. Pensamos que son otras cosas, pero la base casi siempre la encuentro en las finanzas personales. Relaciones con problemas, trabajos que no deseamos, escasez de recursos para hacer algunas actividades, falta de dinero para cubrir necesidades básicas, etc. Todo esto y más termina siendo la causa real de muchos problemas que nos causan estrés… que solo es una consecuencia, no una causa.
Las recompensas no se toman en un día, como explico en mi libro sobre cómo dominar la inteligencia emocional, “Migomismo”. Debemos pensar en todo lo que viene. No poderle hacer frente a gastos, estrés por incumplimientos, problemas en las relaciones de pareja, relaciones nocivas con los hijos, etc. Todo esto puede llegar si el dinero no está alcanzando y estamos comprando de manera emocional cosas que no están en nuestra lista de adquisiciones.
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