Ya sabemos que Danilo Medina está cerrado para que se apruebe la Ley de Partidos con primarias abiertas y simultáneas utilizando el padrón universal de ciudadanos con derecho a votar de la Junta Central Electoral (JCE) y que Leonel Fernández no acepta por considerar que lo constitucional es que cada partido determine cuál método escoge y él prefiere que sean los miembros de cada organización quienes seleccionen a sus candidatos.
Cuando en octubre pasado el consenso era total -salvo en el tema de las primarias- el Comité Político del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) paralizó el trabajo de la comisión bicameral que estudiaba el proyecto con la intención de trazar una línea partidaria para poner la ley a punto de aprobación.
Cinco meses después, el Comité Político no pudo sacar una línea compartida sobre si las primarias serían abiertas (como quiere el danilismo) o cerradas (como favorece el leonelismo).
Hace una semana, Danilo envió una carta a los presidentes de las cámaras legislativas en la que pide la formación de una comisión bicameral (igualita que la que el PLD maniató en octubre de 2017 porque el Comité Político del PLD iba a trazar pauta) para que “busquen un consenso posible”.
La carta de Danilo, no tanto el Presidente sino el dirigente del PLD, encontró una acogida consensual en el liderato político y empresarial del país que la vio como una posible salida para aprobar la Ley de Partidos, salvo en algunas organizaciones pequeñas de la oposición que la consideraron una injerencia del Ejecutivo en el poder Legislativo, que por demás se expresó muy claramente a través de su mayoría en el Senado.
¿Qué busca Danilo con esa iniciativa?
Nadie me ha dicho, pero el atrevimiento mío es perenne, aunque a mi querido amigo Winston Vargas Valdez no le guste que me arriesgue tratando de “adivinar” el rumbo de esa flecha.
Creo que con su carta Danilo tira otro paso al frente desbrozando el camino de su repostulación en la búsqueda de la reelección presidencial para el año 2020.
Conocedor de que salvo los partidarios de la reelección y el señor Hipólito Mejía (que no se si también la favorece, pero no la obstruye), el resto del país quiere una Ley de Partidos con primarias internas, Danilo lanza una carta para pedir un “consenso de todos los partidos” para salvar esa importante iniciativa que pondría algo de orden en la competencia electoral.
Esa parece ser una suerte de sentencia de Danilo que bien leída podría interpretarse como: -Salvemos la Ley de Partidos, pero con primarias abiertas claro está, porque por eso fue tan claro en su defensa en esa misma carta que pide consenso, cuando el punto de disenso es precisamente ese, si se aprueba con abiertas o cerradas.
Si pese al llamado de Danilo el Congreso Nacional no puede ponerse de acuerdo para aprobar la Ley de Partidos porque ni él ni Leonel -los dueños de los votos mayoritarios en el poder Legislativo- ceden en sus posiciones, entonces podría gritar “no fue mi culpa. Hice todo lo que podía para que se aprobara y los demás no colaboraron”.
Danilismo con manos sueltas
De ahí en adelante, sin Ley de Partidos, o con Ley de Partidos sin tocar el tema de las primarias, el danilismo tendría manos sueltas para empujar el proyecto reeleccionista.
Nunca he entendido por qué el danilismo se obstina en hacer aprobar las primarias abiertas cuando ellos pueden -supongo yo- competir con ventajas para seleccionar al candidato presidencial del PLD y negociar el resto al interior de ese partido, para de paso salvar la unidad aunque rodeada de la desconfianza y la amenaza.
Si como se atribuye decir a Danilo los padrones de los partidos “no sirven”, entonces lo que corresponde es superar ese fraude interno y crear padrones nuevos, pero no quitar a la militancia de cada organización el derecho de escoger a sus dirigentes y también a sus candidatos.
Si las primarias no se realizan con el padrón de cada partido, ¿qué sentido tiene estar integrado en una estructura, cumplir sus estatutos, observar su disciplina, si al final otros deciden quiénes conducirán el rumbo del país, objetivo fundamental de cada organización política?
Si no se aprueba la Ley de Partidos porque el tema de las primarias no llega a consenso, o si se aprueban dejando fuera ese aspecto, el danilismo pueda ser que no gane puntos, pero tampoco pierde. El leonelismo, en cambio, no gana en una situación como esa, pero pierde porque su bandera esencial (primarias cerradas) no se establecen como regla general en una ley y el danilismo puede imponerle las abiertas en el Comité Político y en el Comité Central del PLD, donde tiene evidente mayoría.
Prueba mayor para el PLD
¿Eso podría significar la división del PLD y que Leonel sea el candidato de 16 partidos de la “oposición”?
Sería un escollo para la reelección, pero lo que no sabemos hoy es si el Leonel candidato -y sus fuerzas- resistirán la ofensiva del danilismo, con todas sus consecuencias, en todos los planos. ¡En todos los planos!
Abogado él, si como supongo los organismos del PLD deciden que los candidatos se escogen por primarias abiertas con el padrón de votantes de la JCE, Leonel acudiría -a través de otros juristas muy buenos- ante el Tribunal Superior Electoral a reclamar el derecho de respetar los estatutos morados que ordenan que la militancia escoge a sus candidatos.
Una instancia simultánea o posterior podría elevar ante el Tribunal Constitucional para reclamar el cumplimiento de la sentencia emitida el 16 de marzo de 2005 que se dejó sin efecto la Ley 286-04, del 15 de agosto de 2004, que establecía la primarias abiertas.
En lo que ambos tribunales se pronuncian, el potro de la reelección cabalgaría raudo cada día, pisoteando a todos los niveles, provocando degastes continuos y preparando nuevos escenarios de confrontación.
Para enfrentar con éxito el proyecto reeleccionista se necesita un tipo de madera que no parecen tener ni los opositores internos en el PLD y mucho menos los competidores externos, que no encantan ni en la cuadra donde viven.
Tengo contertulios que me dicen con mucha sinceridad que Danilo no aspira y que le duele que no le crean. “Tienes que oírlo, me dijo FA”. Gracias, no es necesario, los hechos siempre son más elocuentes que las palabras.
Otros, con mucho más experiencia que yo, sostienen que al final Danilo y Leonel se pondrán de acuerdo para no perder el poderÖ
El problema es que ya hay experiencias de que líderes prefieren ver a enemigos subir al poder para que “amigos” resbalen y así evitar que los trapos más sucios -que no conoce el enemigo en su totalidad, pero sí el “amigo”- entren en el debate electoral y, quizás, en los tribunales que controla el poder.
Conclusión: Danilo quiere persuadir para que se apruebe la Ley de Partidos con primarias abiertas como tabla de salvación del sistema, pero si no se aprueba, no es su culpa porque él pidió consenso, y de ahí en adelante tiene manos sueltas para hacer aprobarlas en el PLD con su control mayoritario.
¿Y Leonel? Perdiendo tiempo en armar un proyecto alternativo, que al final, si desafía al danilismo, es su única posibilidad de ser candidato. Pero como Leonel no cree lo que digo, y yo lo comprendo… ¡después de la tempestad contaremos las estrellas!
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