Hace cuatro años no se daban abasto. En la casona que alberga la marca de ropa “Clandestina”, en pleno corazón de La Habana Vieja, todo era un abrir y cerrar de puertas, con extranjeros que escogían bolsas, sudaderas y gorras entre anaqueles y ganchos.
Hoy, los estantes con ropa y accesorios aguardan por algún esporádico comprador. Aquel bullicio es el eco de un pasado brillante que fue posible en buena parte por el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y Washington y el consecuente arribo masivo de viajeros, sobre todo estadounidenses…hasta que llegó Donald Trump.
Como otros miles de pequeños negocios que se beneficiaron del acercamiento con Estados Unidos durante el… Ampliar información
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