“Haría hasta lo imposible para lograrlo”, “No perdería tiempo, andaría rápido”, “Me tiraría hasta al mar si fuera necesario para salvarlo”, “Haría cualquier sacrificio”, “Clamaría a Dios, solo Él puede hacerlo en tan poco tiempo”, “Orar”, son algunas de las respuestas a la interrogante de qué hacer para ayudar a una persona ante un peligro inminente de muerte con pocos segundos para actuar.
Y ponen en evidencia que las personas sí están dispuestas a hacer, aunque cuando se trata de un potencial suicida, el gran problema siempre ha sido identificar esas señales que podrían llevar a alguien a quitarse la vida.
Dilcia (nombre ficticio) le dijo a su jefa que le dolía mucho la cabeza, por lo que ella decidió despacharla a su casa más temprano.
Al salir del trabajo le pidió a un amigo que la llevara al Malecón de Santo Domingo para distraer la mente y olvidar su padecimiento físico. Minutos después de su amigo dejarla allí, le envió un mensaje de Whatsapp en el que le dijo que se tiraría al mar.
Su amigo no llegó a tiempo para evitarlo, lo que sí pudo hacer si hubiese identificado esa señal de aislamiento como un pensamiento suicida y el lugar donde la dejó sola, un potencial riesgo para concretarlo.
Como la de Dilcia, cerca de 800,000 historias parecidas se repiten año tras año en el mundo, a razón de un suicidio cada 40 segundos.
Las señales de una persona que intenta quitarse la vida pasan regularmente desapercibidas para las personas de su entorno o son minimizadas porque existe la falsa creencia de que quien lo dice no lo hace o que se trata de un chantaje si ya lo ha expresado en varias ocasiones, especialmente cuando se trata de niños y adolescentes.
Por esa razón, con el lema “40 segundos para actuar” y la consigna “Todos juntos podemos salvar vidas”, la Organización Mundial de la Salud (OMS) conmemora hoy 10 de octubre el Día Mundial de la Salud Mental, dedicado este año a la prevención del suicidio, la segunda causa de defunción entre personas de 15 a 29 años.
En el caso de República Dominicana, se suicida una persona cada 15 horas y un promedio de 565 por año.
Según la OMS, otra cifra preocupante es que por cada suicidio hay 20 intentos fallidos y quienes sobreviven a un primer intento corren mayor riesgo de procurarlo de nuevo.
“Cada suicidio es una tragedia que afecta a una familia, a una comunidad o a todo un país y que tiene consecuencias duraderas en las personas cercanas a la víctima”, expresa con motivo de la fecha el organismo apéndice de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Problema desatendido
Se trata -advierte- de un gravísimo problema históricamente desatendido por los gobiernos, por lo que las personas bajo riesgo no reciben el apoyo adecuado cuando lo necesitan.
“El suicidio puede afectar a cualquier persona en cualquier lugar. Contrariamente a la creencia popular no es un problema de países de ingresos altos, de hecho casi el 80% de los suicidios ocurre en países de ingresos bajos y medianos”, precisó.
La OMS cita cuatro intervenciones centrales para ayudar a prevenir el suicidio: Restringir el acceso a los medios de suicidio; alentar a los medios de comunicación a presentar relatos esperanzadores y a no utilizar un lenguaje sensacionalista cuando informan sobre el tema; promover programas orientados a que los jóvenes en las escuelas adquieran actitudes para enfrentarse a la vida e identificar los riesgos de suicidio lo antes posible, para ofrecer apoyo oportuno.
Sugiere a los gobiernos poner en marcha una respuesta nacional de prevención del suicidio y a la sociedad en su conjunto, informarse del tema para tender la mano a las personas que necesitan ayuda.
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