La venta del clerén en barrios populares de Santo Domingo y el interior del país es un secreto a voces entre pequeños comerciantes, mientras las autoridades persiguen su producción y distribución y decenas de personas mueren o sufren daños a la salud por su ingesta.
Luego del actual de las muertes por la ingesta de la bebida alcohólica de fabricación artesanal, iniciado a principios del pasado mes de abril y que ya sobrepasa los 136 fallecimientos, según el conteo oficial, su venta se ha vuelto más clandestina, pero se resiste a desaparecer.
Colmados, cafeterías, puestos de venta de comida, viviendas y patios ubicados en partes traseras son solo parte de los lugares donde se puede adquirir clerén, Tapa Floja, Petrinche o Triculi al detalle.
Así lo confirman algunos propietarios de colmados consultados en Santo Domingo Este, quienes dicen que han asumido el riesgo de persistir comprando y vendiendo el producto por la gran demanda que registra y los beneficios que perciben, a pesar de las consecuencias que pueda representar ser descubiertos.
Sumado a esto están las frecuentes incautaciones de clerén que se hacen en distintos puntos del país transportado de contrabando en carreteras y establecimientos, así como insumos para su fabricación.
Coinciden en que la demanda que tienen es causada por el bajo precio del líquido, del cual dicen que, aunque ha subido un poco después de que han arreciado las medidas para controlarlo, todavía con RD$100 se puede despachar hasta un litro y con poco más de RD$1,000 se puede conseguir un garrafón de cinco galones.
Sin embargo, sostienen que no están vendiendo tanto como antes porque la producción local en Santo Domingo ha bajado por el desmantelamiento de puntos de fabricación y las dificultades que están confrontado quienes traen la bebida del interior del país, principalmente de las provincias fronterizas con Haití, donde se elabora la mayor parte de lo que se consume en todo el país.
Tanto quienes compran, venden o consumen clerén u otras bebidas fabricadas de manera clandestina desafían los daños a la salud y consecuencias judiciales que puede tener la práctica, ya que se ha advertido que están contaminadas con metanol, una sustancia tóxica, y el castigo que prevén las leyes para este tipo de comercio.
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