Modificar la Constitución podría dividir al PLD y generar tensión en el país, lo que afectaría la gobernabilidad
La hora de la definición para Danilo Medina está cada vez más cerca y en la medida en que avanza el tiempo aumenta la ansiedad de los actores políticos, dentro y fuera del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), sobre el papel que jugará el Presidente de la República de cara a las elecciones de 2020, y que podría quedar definido en marzo, según dijo el propio gobernante.
Medina tiene tres escenarios: modificar la Constitución y repostularse, lograr un acuerdo con Leonel Fernández y apoyar alguno de sus seguidores que han presentado proyectos presidenciales. También podría sorprender con una salida política a su estilo.
Repostulación, lo más arriesgado. Para Medina repostularse de nuevo necesitaría una reforma constitucional, dado que la sentencia del Tribunal Constitucional 253 cerró esa vía judicial. Hasta el día de hoy Medina no cuenta con los 222 votos que necesita para reformar la Constitución, aunque hay políticos que han asegurado que cuenta con la matrícula.
Pero el problema de la reforma para la reelección no es sólo de números en el Congreso, sino que lo más arriesgado para Medina es el nivel de tensiones que generaría en el país esa acción, ya que desde ya diversos sectores como la Iglesia Católica, la Fundación Institucionalidad y Justicia (Finjus), sectores empresariales y el 71% de la población, según la última encuesta Gallup, rechazan la idea.
Eso también podría generar una división en el PLD, pues Fernández y sus seguidores han dicho que no tolerarán otra acción de esa naturaleza. Con el PLD dividido es posible que Medina, aunque logre la candidatura, no gane las elecciones y en ese caso corre el riesgo de que los peledeístas le “pasen factura”. La posibilidad de un triunfo en las elecciones presidenciales puede que tenga pensando a muchos de los integrantes del poderoso Comité Político sobre el presagio de Euclides Gutiérrez Felix: “Si el PLD se va de ahí (del poder), esta vez vamos a ir todos a la cárcel”.
En caso de que gane de nuevo las elecciones, a partir del 2020 Medina acumulará tanto poder como pocos políticos han acumulado en el pasado, pues tendrá mayor control sobre el Congreso debido a que Fernández conserva la lealtad de 40 legisladores del PLD, lo que es poco probable que pueda mantener a partir de que los aspirantes serán electos en primarias abiertas y en ese escenario es poco probable que los seguidores del expresidente puedan derrotar a los de Medina.
Igualmente, extenderá más su poder a órganos como la Suprema Corte de Justicia y el Tribunal Constitucional, que tendrán que seguir el proceso de renovación y evaluación que inició el pasado año. La Cámara de Cuentas, Junta Central Electoral y el Tribunal Superior Electoral, tendrán que renovarse en el 2020.
Un punto negativo sería que un tercer gobierno de Medina corre el riesgo de tener que enfrentar una situación de ingobernabilidad de consecuencias imprevistas, pues esa ha sido la constante histórica de los terceros gobiernos seguidos.
Acuerdo con Leonel, lo más viable. La historia del liderazgo compartido en el PLD entre Fernández y Medina es que se han puesto de acuerdo para conservar el poder a través de la concesión de cuotas a quien ha estado en desventaja por no manejar el Ejecutivo. Fernández dio cuotas de poder a Medina mientras fue presidente, como la presidencia del Senado, que ha correspondido a Reinaldo Pared Pérez, que es del sector de Medina, y la vicepresidencia de la Cámara de Diputados, a Lucía Medina. También en órganos como el Tribunal Constitucional fueron danilistas como Isabel Bonilla, que fue diputada hasta que fue electa jueza del Constitucional.
Mientras Medina ha ostentado la Presidencia, Fernández ha tenido sus cuotas: la vicepresidencia con Margarita Cedeño y el acuerdo del 2015 que permitió la reelección de los legisladores fieles a Fernández, son muestras de eso. Ese sector también logró dos años de la presidencia de la Cámara de Diputados con Rubén Maldonado y Demóstenes Martínez, y a este último le correspondería a partir de agosto próximo. Entre las posibilidades de un acuerdo entre ambos líderes se ha planteado una reforma constitucional para habilitar a Medina, pero el dilema sería cuándo hacer ese cambio.
Sin embargo, los temores de Medina y sus seguidores sobre posibles acciones de retaliación si Fernández vuelve a la Presidencia parece que los mantiene escépticos sobre la conveniencia de permitirle que vuelva, sobre todo porque el sector de Fernández alega que desde el gobierno se ha agraviado al expresidente.
Apoyar a un seguidor tiene sus riesgos
Apoyar a algunos de sus seguidores contra Fernández sería un escenario cómodo para Medina sino fuera por los riesgos que implica de cara a su liderazgo en el futuro. Hasta ahora ninguno de los seguidores del gobernante que aspiran a ser precandidatos ha logrado crecer ante el electorado, según establecen las encuestas, por lo que para Medina sería muy arriesgado apoyar una candidatura que pueda resultar perdedora, pues tendría que cargar con el peso de esa derrota. Además, en caso de que un dirigente gane la Presidencia empujado por Medina, el Presidente arriesgaría su cuota de poder en el PLD porque estará creando una tercera corriente en ese partido.
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