El clima, no los ancestros humanos, aniquiló la megafauna africana

Europa Press
Madrid

Nuevas investigaciones cuestionan la vieja idea de que nuestros primeros ancestros portadores de armas contribuyeron a la desaparición de la megafauna en África hace millones de años.

En cambio, los científicos argumentan que el cambio ambiental a largo plazo condujo a las extinciones, principalmente en forma de expansión de pastizales probablemente causada por la caída de los niveles de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera.

El investigador Tyler Faith, conservador de Arqueología en el Museo de Historia Natural de Utah, en Estados Unidos, y profesor asistente en el Departamento de Antropología de la Universidad de Utah, dirigió el estudio. El equipo también incluye a John Rowan, de la Universidad de Massachusetts Amherst, en Estados Unidos; Andrew Du de la Universidad, de Chicago (Estados Unidos) y Paul Koch, de la Universidad de California, Santa Cruz (Estados Unidos).

«A pesar de décadas de literatura que afirma que los primeros homínidos tuvieron un impacto en las faunas africanas antiguas, ha habido pocos intentos de analizar este escenario o de explorar alternativas –señala Faith–. Creemos que nuestro estudio es un paso importante para comprender la profundidad de los impactos antropogénicos en las grandes comunidades de mamíferos, y ofrece un argumento convincente en contra de estas opiniones de larga duración sobre nuestros antepasados».

Para evaluar los antiguos impactos de homininos, los investigadores recopilaron un registro de siete millones de años de extinciones de herbívoros en África oriental, centrándose en las especies más grandes, los llamados ‘megaherbívoros’ (especies de más de 2.000 libras –más de 900 kilogramos–). Aunque solo existen cinco megaherbívoros en África hoy, hubo una diversidad mucho mayor en el pasado. Por ejemplo, ‘Lucy’ (‘Australopithecus afarensis’), de hace tres millones de años, compartió su paisaje arbolado con tres especies de jirafas, dos de rinocerontes, un hipopótamo y cuatro especies de elefantes en Hadar, Etiopía.

Ha sido un misterio durante mucho tiempo para los arqueólogos y los paleontólogos saber cuándo y por qué desaparecieron estas especies, a pesar de que la evolución de los homínidos que usan herramientas y comen carne ha recabado la mayor parte de la culpa. «Nuestros análisis muestran que hay una disminución constante y a largo plazo de la diversidad de megaherbívoros que comenzó hace unos 4,6 millones de años. Este proceso de extinción se inicia más de un millón de años antes de la evidencia más temprana de ancestros humanos que fabrican herramientas o matan animales y mucho antes de la aparición de cualquier especie de homínido capaz de cazarlos de manera realista, como el ‘Homo erectus'», dice Faith.

Faith y su equipo cuantificaron los cambios a largo plazo en los megaherbívoros del este de África utilizando un conjunto de datos de más de 100 conjuntos de fósiles que abarcan los últimos siete millones de años. El equipo también examinó registros independientes de tendencias climáticas y ambientales y sus efectos, específicamente el CO2 atmosférico global, registros de isótopos de carbono estables de la estructura de la vegetación e isótopos de carbono estables de los dientes de herbívoros fósiles de África oriental, entre otros.

Su análisis, que se publica este jueves en la revista ‘Science’, revela que durante los últimos siete millones de años se produjeron importantes extinciones megaherbívoras: se extinguieron 28 linajes, lo que llevó a las comunidades actuales a carecer de animales grandes. Estos resultados resaltan la gran diversidad de las antiguas comunidades de megaherbívoros, y muchas de ellas tuvieron muchas más especies de megaherbívoros de las que existen en la actualidad en toda África.

LA EXPANSIÓN DE LOS PASTIZALES, FACTOR CLAVE DE LA EXTINCIÓN

Un análisis más detallado mostró que la aparición del megahervíboros comenzó hace aproximadamente 4,6 millones de años, y que la tasa de disminución de la diversidad no cambió tras la aparición del ‘Homo erectus’, un ancestro humano a menudo culpado por las extinciones. Más bien, el equipo de Faith sostiene que es más probable que el clima sea el culpable.

«El factor clave en la disminución de megaherbívoros en el Plio-Pleistoceno parece ser la expansión de los pastizales, que probablemente esté relacionada con una caída global del CO2 en la atmósfera en los últimos cinco millones de años –explica uno de los investigadores, John Rowan, científico postdoctoral de la Universidad de Massachusetts Amherst–. Los niveles bajos de CO2 favorecen a los pastos tropicales sobre los árboles y, como consecuencia, las sabanas se volvieron menos leñosas y más abiertas con el paso del tiempo. Sabemos que muchos de los megaherbívoros extintos se alimentan de la vegetación leñosa, por lo que parecen desaparecer junto a su fuente de alimento».

La pérdida de herbívoros masivos también puede explicar otras extinciones que también se han atribuido a los antiguos homínidos. Algunos científicos sugieren que la competencia con especies cada vez más carnívoras de ‘Homo’ llevó a la desaparición de numerosos carnívoros en los últimos millones de años. Faith y su equipo sugieren una alternativa.

«Sabemos que también hay grandes extinciones entre los carnívoros africanos en este momento y que algunos de ellos, por ejemplo, los gatos con dientes de sable pueden haberse especializado en presas muy grandes, tal vez en elefantes juveniles –dice Paul Koch–. Podría ser que algunos de estos carnívoros desaparecieran con su presa megaherbívora». «Al mirar todos los posibles conductores de la disminución de los megaherbívoros, nuestros análisis sugieren que el cambio en el clima y el medio ambiente desempeñó un papel clave en las extinciones pasadas de África», añade Faith.

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Periodista de Santiago graduado, director de https://notigraficos.com/; un diario digital realizado desde la ciudad de Santiago de los Caballeros República Dominicana con informaciones veraces y siempre actualizadas. Este diario no publica tragedias, muertos, chismes, ni bochinches.

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