La cifra de muertes por coronavirus en Estados Unidos eclipsó el sábado la de Italia como la más alta del mundo, con más de 20.000 decesos, de acuerdo con el recuento de la Universidad Johns Hopkins. Mientras tanto, Chicago y otras ciudades del centro-norte del país se preparaban para un posible repunte de fallecimientos y se movilizaban para sofocar los focos de contagio antes de que estallen.
Con la zona metropolitana de Nueva York abrumada por la cantidad de casos, crece el temor de que el contagio se extienda al centro del país.
En todo el mundo, las infecciones confirmadas superaban 1.8 millones, con más de 108,000 muertes, según la Universidad Johns Hopkins. Más de 400,000 personas se han recuperado. La tasa de mortalidad _el número de muertes con relación a la población_ sigue siendo muy superior en Italia que en Estados Unidos, que tiene un número de habitantes cinco veces mayor que el de Italia.
Las cifras de Johns Hopkins se basan en datos proporcionados por las autoridades de salud de todo el mundo. Se cree que las cifras reales de muertes y contagios son mucho mayores debido a las deficiencias de las pruebas clínicas, las diferentes maneras de contar y, en algunos casos, los encubrimientos de algunos gobiernos.
Migrantes sin ayuda
El paquete de 2.2 billones de dólares que el Congreso de Estados Unidos aprobó para ofrecer ayuda económica durante la pandemia del nuevo coronavirus no incluyó a un grupo importante de la población: millones de inmigrantes que radican en el país sin autorización legal, pero que trabajan en el país y que pagan impuestos.
Entre ellos se encuentra Carmen Contreras López, una empleada doméstica de 48 años que, si bien percibe un bajo salario, presenta su declaración de ingresos anualmente. Desde que se desató la pandemia del COVID-19, Contreras perdió a la mayoría de sus clientes y se las arregla con ayuda de su hijo mayor, pero ella no recibirá un solo centavo del dinero prometido para la mayoría de los estadounidenses en respuesta a la pandemia.
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