Primero hay que ser hábil, disciplinado e inteligente para obtener un título universitario y calificar para un buen puesto de trabajo. Luego, tener el manejo adecuado para poder retener ese trabajo y escalar en él hasta llegar a la posición que quiero. Podría sonar muy simple, pero en el camino además de los títulos profesionales, las capacidades y la suerte se necesitará de algo más: Inteligencia Emocional, una materia que no enseñan en la universidad pero es lo que más se necesita a la hora de llegar a ese éxito laboral o emocional que tanto codiciamos.
En una empresa o negocio la falta de inteligencia emocional se evidencia desde las dos caras de la moneda, desde la jefatura con las indecisiones, el ego, la falta de confianza y la poca madurez para formar y dirigir un equipo como también desde los mandos medios hacia abajo cuando los empleados no saben canalizar sus deseos y sentimientos.
Como gerente de un call center y de una compañía de venta de vehículos, Ligia Arvelo (nombre ficticio) se siente víctima de la falta de inteligencia emocional de los mandos superiores. “El problema es que muchos jefes hacen uso de la inteligencia emocional a la inversa, muchas veces en los trabajos no se preocupan por mantener al empleado contento, no sabiendo cuánto afecta esto en su rendimiento y por imponer su criterio deshacen el trabajo de todo un equipo”, explica.
Las definiciones de Inteligencia Emocional llueven desde hace décadas y se pusieron de moda desde el momento en que Daniel Goleman, durante los años noventa, lanzó su primer libro sobre el tema hace ya más de quince años. Isabel María Sánchez, directora general de IMSF Coaching Creativo, con experiencia en Recursos Humanos, indica en conclusión que todo se trata de expresar sus sentimientos, entender los sentimientos del otro y, a partir de ahí, poder mantenerse motivado y respondiendo. “Yo siempre digo en mis talleres que ser emocionalmente inteligente es, en tres palabras, ser capaz de sentir, entender y responder, independientemente de las circunstancias, por eso hoy en día se le da tanta importancia a la inteligencia emocional”.
El tema de la inteligencia emocional ya tiene varios años de moda. Pero no es sino hasta hace poco que en el país las empresas lo han empezado a considerar. Aunque lo cierto es, destaca Isabel María Sánchez, que si bien los departamentos de recursos humanos tienen muy en cuenta contratar a personas con un alto rendimiento y con inteligencia emocional, todavía no existe una verdadera conciencia de cuáles son las ventajas competitivas para la empresa. “Todavía no se ha internalizado cómo generamos un ambiente que favorezca ese crecimiento, no se trata de un vestido, son una serie de habilidades que se van desarrollando, en ese sentido muchas empresas no valoran sus recursos humanos con mayor tiempo en la empresa y pasan por alto el gran valor de la inteligencia emocional en muchos aspectos”, apunta Sánchez..
Aunque siempre será un asunto de cómo sea la sinergia del equipo, como bien dice Goleman. “Si los integrantes de la empresa no pueden funcionar juntos, si les falta iniciativa, vinculación, o cualquier otra aptitud emocional, la inteligencia colectiva se perjudica”.
Paloma Cuadrado, psicóloga especializada en Psicología clínica que ha desarrollado programas en inteligencia emocional para menores, destaca la importancia de desarrollar habilidades que te lleven a la inteligencia emocional paso a paso. “El objetivo fundamental consiste en crear un buen clima en la relación con los demás, propiciando la aceptación en el grupo. Esto supone aprender a ser sensibles a las señales de amistad, poniéndose en el lugar de otro y sabiendo reconocer sus emociones a la vez que expresando lo que uno quiere o necesita”
• Habilidades verbales: saludar y despedirse, presentarse, solicitar favores, preguntar, pedir ayuda, formular y responder a quejas, aceptar críticas, dejar y pedir juguetes, saber hacer elogios y hablar bien de los demás, agradecer, pedir disculpas.
• Habilidades no verbales: expresar afecto y alegría, saber aproximarse al grupo, observar, imitar, establecer un adecuado contacto visual, sonreír, saber escuchar, utilizar un tono de voz adecuado.
• Habilidades de conversación: iniciar conversaciones, mantenerlas, terminarlas, unirse a la conversación de otros, saber presentarse a otra persona, conversaciones de grupo.
En cuanto a las habilidades que necesita la persona para la vida y el trabajo en lo que se refiere a la inteligencia emocional y que le asegurarán el éxito tanto fuera como dentro de la empresa, pues resulta que son las mismas. Lo más importante y lo primero es el autoconocimiento. Se debe de profundizar en el conocimiento de uno mismo, tomando en cuenta cómo soy, cuál es mi capacidad de responder a todo lo que implique el autoconocimiento, la motivación, qué me motiva, cómo respondo a los estímulos, al estrés, a las emergencias, a la crítica, si soy susceptible a la crítica, entre otros aspectos.
En cuanto al sexo, esto no tiene que ver necesariamente con el control de las emociones como se ha hecho creer a las sociedades durante décadas. “Los estudios sobre liderazgo femenino y masculino son diferentes, pero no hay evidencia de que los hombres tengan mayor inteligencia emocional en el trabajo, aunque se ha evidenciado un aumento en el liderazgo femenino porque las mujeres han desarrollado más la parte social”, apunta Sánchez.
No obstante, lo cierto es que un punto a favor en esto de la inteligencia emocional puede ser la edad. Se estima que en la medida en que una persona envejece, mayor debe ser su facilidad para manejar el estrés y las relaciones humanas, aunque esto no es necesariamente determinante porque hay personas que con el paso del tiempo pasan por todo lo contrario.
“Entiendo que en realidad influye el conocer tus capacidades porque dedicamos muchos tiempo en nuestras vidas ligando una cosa con la otra y considerando lo que no hemos hecho bien”, dice Sánchez.
Las empresas pueden recibir talleres para mejorar la interacción y comunicación y así mismo desarrollar la inteligencia emocional para mejorar la inteligencia emocional de sus departamentos y luego recibir el coaching para acompañar y cambiar hábitos y respuestas porque se trata de un proceso extenso e intenso.
A nivel personal el coaching que se necesita para eso todo depende de las necesidades de todas las personas. Lo que puede variar son los estímulos y las interpretaciones de los objetivos de cada persona.
David Caruso
En su libro “Emotionally Inteligent Manager”, el autor destaca en cambio un buen punto que confirma lo que hemos aprendido durante años en nuestros trabajos: no se puede llorar en la empresa. “Las emociones no son bien vistas en nuestros trabajos y con regularidad se nos pide que controlemos nuestras emociones, no que ellas nos controlen”. Lo usual es que te pidan que “controles tus emociones”, mantengas la cabeza fría y pienses racionalmente.
Paloma Cuadrado
De acuerdo con Paloma Cuadrado, la inteligencia emocional debe enseñarse y empieza desde la infancia. “El adulto siempre supone un modelo para el niño. Conviene por lo tanto que se esfuerce en su propia relación con los demás para que suponga un estímulo hacia el propio niño”. También sugiere en lo referente a las actividades escolares fomentar actividades grupales donde deben se destaque la resolución de conflictos, aprender a escuchar y la cooperación de grupo.
Daniel Goleman
El autor del libro “La inteligencia Emocional en la Empresa” explica que la inteligencia emocional es lo que “permite tomar conciencia de nuestras emociones y comprender los sentimientos de los demás al mismo tiempo que tolerar presiones y frustraciones que soportamos en la casa y en el trabajo y adoptar una actitud empática social, que nos permitirá mayores posibilidades de desarrollo personal”.
Aquí se encuentra la explicación de por qué algunas personas con alto coeficiente intelectual no muchas veces llegan a altos puestos de mando mientras otros con más habilidades, pero menos inteligentes, alcanzan grandes posiciones laborales y suelen permanecer en ellas o ser sus propios jefes. “El coeficiente intelectual (CI) contribuye con apenas el 20% en el éxito de nuestra vida, mientras el 80% restante es el resultado de nuestra inteligencia emocional”, apunta Coleman.
Alvarez de Mon
Santiago Alvarez de Mon en su libro “La lógica del corazón” indica que desde la perspectiva del trabajo, los sentimientos tienen importancia en la medida que faciliten o dificulten la búsqueda del objetivo común.
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