
Los impactos del cambio climático, o la hoy llamada crisis climática, comienzan a sentirse en Japón, la tercera economía mundial y el hogar de 127 millones de personas. Los primeros síntomas negativos afectan ya la agricultura, la biodiversidad y la salud de las personas.
Nanako Akiyama, subdirectora de la Oficina de Adaptación al Cambio Climático del Ministerio de Medio Ambiente, asegura que Japón ha hecho esfuerzos para reducir las emisiones de CO2 como país desarrollado y reconoce que son referencia mundial en el desarrollo de infraestructuras.
Estos esfuerzos de mitigación, sin embargo, no han sido suficientes.
Mostrando gráficos y estudios recientes (2018), Nanako explica cómo la temperatura media ha aumentado 1,21 grados centígrados en los últimos 100 años, principalmente a partir de los 90.
“Está lloviendo menos días (aumentando con ello los riesgos de sequías intensivas), pero también ha aumentado la frecuencia de lluvias intensivas de más de 50 milímetros por hora. En consecuencia, estamos teniendo resultados negativos”.
En algunas zonas, la precipitación el año pasado fue mayor a 1,800 milímetros en algunos días, provocando deslizamientos de tierra e inundaciones.
En el sector agrícola, las altas temperaturas están deteriorando la calidad del centro de los granos de arroz y provocando estragos en los cultivos de mandarinas (cuando la temperatura es alta hay separación de la cáscara y la pulpa), dos productos agrícolas muy importantes para Japón. “Esto afecta a los agricultores”, agrega Nanako.
En la parte media del país, sobre el Mar de Japón, una especie de mosquito que solo se encontraba en una zona del campo y en provincias específicas se fue desplazando hasta provocar hace unos años un brote de dengue.
“Se trata de una enfermedad que antes no teníamos en Japón, y esto ha aumentado la incidencia de nuevas enfermedades infecciosas”.
Al sur del archipiélago, el impacto negativo está provocando el blanqueamiento del arrecife coralino y la pérdida de hábitats de animales silvestres, especialmente de aves.
El número de personas tratadas por insolación en las emergencias de los hospitales presentó un récord en julio de 2018, sigue la experta.
La funcionaria compartió estos datos con los participantes del programa Juntos, la iniciativa del gobierno de Japón que promueve con países de América Latina experiencias de todo tipo. Este año, el intercambio fue dedicado a conocer las iniciativas ambientales que implementa el país nipón.
¿QUÉ ESTÁN HACIENDO?
Nanako comenta que el pronóstico de los expertos es que, en el peor de los casos, el incremento de la temperatura rondará entre 3.4 y 4.5 grados centígrados para finales de siglo.
Admite también que “antes no se hablaba mucho del cambio climático aquí en Japón”.
Los expertos alertaban, señala, pero no fue hasta la participación de Japón en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (Protocolo de Kioto, adoptado en 1997 y puesto en vigor en 2005) que el tema cobró importancia.
Los daños causados por las lluvias torrenciales y su impacto en la agricultura aumentaron la conciencia ciudadana sobre la necesidad de que el gobierno central tomara alguna medida.
Así, tomando en cuenta lo que les deparaba el futuro, el gobierno elaboró en noviembre de 2015 el primer informe sobre el impacto del cambio climático en Japón y, en base a este informe, se abordaron estrategias concretas y se adoptó un plan de adaptación.
También se estableció en cinco años la frecuencia de evaluación del impacto.
Toca revisión el año viene y seguro que el resultado será un gran plan de adaptación, dice Nanako.
El año pasado, 2018, el Gabinete aprobó la Ley de Adaptación al Cambio Climático.
Entre los pilares que sostienen la ley y el plan de adaptación figura la promoción de los temas relacionados con el cambio climático y de manera especial la adaptación.
Como el Ministerio de Medio Ambiente no puede abarcar todos los aspectos, otras entidades gubernamentales se unieron al propósito, apunta Nanako.
El Instituto Nacional de Estudios Ambientales, por ejemplo, construyó una plataforma de información en línea, llamada AP- PLAT (Climate Change Adaptation Information Platform), donde se ofrece toda la información sobre la crisis climática y las medidas que se están aplicando.
La funcionaria informa que se trata, ante todo, de conseguir información sobre adaptación al cambio climático y promover esta adaptación a partir de hallazgos científicos, “porque todavía no tenemos tantos conocimientos acumulados y por eso estamos solicitando la colaboración de varios institutos especializados”.
Ante la crisis, Japón promueve nuevas oportunidades de negocios enfocadas en el tema del cambio climático para las áreas de agricultura, salud y actividades industriales.
CIUDADANÍA Y OASIS FRESCOS
Otro pilar es la participación de los gobiernos locales. “Se ha establecido que los gobiernos locales creen su propio plan de adaptación en base a las condiciones de sus comunidades”, desde reforestar los campos hasta generar información al respecto.
Y otra estrategia es motivar la comprensión de las personas y promover acciones de adaptación en cada sector empresarial. ¿Un ejemplo?
La prefectura de Saitama, al norte de Tokio, está considerada entre las más calurosas del país. El gobierno inició un proyecto para solicitar el apoyo de las tiendas y empresas establecidas allí para que creen oasis frescos: zonas o ambientes con aire acondicionado con un letrero que diga “cualquier persona puede descansar aquí”.
“Si salimos a la calle y nos calentamos demasiado, en estos oasis dentro de las tiendas y oficinas de las empresas podemos refrescarnos”, explica.
Portada de AP-PLAT, plataforma donde se están divulgando las informaciones e iniciativas de adaptación.
INICIATIVAS PUNTUALES DE ADAPTACIÓN
En agricultura, “se están realizando reproducciones de especies usando las mismas variedades que se producen en cada zona, es decir, se están creando nuevas variedades que sean resistentes a las altas temperaturas”. Una de esas variedades es la naranja Tarocco.
Una especie de pez que vive en aguas cálidas está subiendo cada vez más al norte y está destruyendo las algas marinas, indica Nanako. En algunas prefecturas como Kanagawa, al sur de Tokio, lo están pescando para consumo.
“Aquí abundan los sismos y siempre se han tomado medidas para enfrentarlos. Pero últimamente, por el cambio climático, se están produciendo muchos deslizamientos de tierra y otros tipos de desastres que no teníamos antes. En muchos gobiernos locales se están elaborando mapas de riesgo y se los están ofreciendo a sus ciudadanos. Tenemos bastante desarrollo en cuanto a la infraestructura y tenemos muchos diques en los ríos, pero todavía falta la información para facilitar la evacuación de los ciudadanos y por lo tanto están tratando de ofrecer mayor cantidad de información”.
Sobre los mosquitos, se está concientizando a la gente sobre la importancia de prevenir la enfermedad no dejando encharcar el agua.
Los participantes del programa de intercambio Juntos 2019 durante una visita al Ministerio de Medio Ambiente de Japón, en la ciudad de Tokio.
COMPARTIR EL CONOCIMIENTO
Japón “no se queda” con las investigaciones que realiza: las comparte con otras naciones. Como aporte a los países en desarrollo, “estamos promoviendo la adaptación en otros países aprovechando las tecnologías desarrolladas aquí ”.
La participación internacional involucra a los países de Asia y el Pacífico en la elaboración de planes de adaptación y evaluación de impacto, de manera que se recopile la mayor cantidad de información sobre el tema.
“La idea es ir acumulando la información en colaboración con los países de Asia y el Pacífico. Pensamos que esta plataforma es una fuente de información muy valiosa para las empresas establecidas en otros países”.
Todas las informaciones se publican en www.adaptation-platform.nies.go.jp/en/ap-plat/
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