Las poblaciones de los barrios Los Guandules y La Ciénaga, compuesta por más de 42 mil habitantes, incluidos los 1,400 que se contempla desalojar de las áreas de alto riesgo en el proyecto del Nuevo Domingo Savio, serán los responsables de su propia transformación a una mejor vida y de cuidar sus espacios después de que concluya la intervención a la que se somete a ese sector del Distrito Nacional.
El urbanista Jorge Mario Jáuregui, contratado por la Unidad Ejecutora de Readecuación de La Barquita y Entorno, explicó que cuando se concluya la gente de los citados barrios se verá animada a mejorar ella misma sus viviendas y se verá motivada a cuidar su entorno, atraída por el cambio en el lugar.
“Hay que considerar que estos proyectos de urbanización implican una valorización inmediata de los lugares y hacen que la gente mejore sus propias casas, se aproximan al barrio de la ciudad formal, o sea, es la transformación del propio lugar en un ambiente mucho mejor, en un lugar mucho más vivible”, sostuvo.
Al presentar el proyecto a los profesionales de ingeniería y arquitectura en la Universidad Pedro Henríquez Ureña (UNPHU), Jorge Mario Jáuregui rechazó la idea de que la inversión privada esté animada a invertir en el lugar por ser en estos momentos un lugar pobre.
“Yo veo difícil que un inversor vaya a querer tener dinero al lado de un barrio pobre, que solo en el tiempo podrá devenir en parte normal de la ciudad”, indicó.
Dice que Los Guandules y La Ciénaga, como otros barrios de todo el mundo, tiene sus propios inversores que construyen todo un “mercado para la gente de su propia comunidad”.
“La favela (barrio marginal) no es toda una cuestión de pobreza, hay gente que tiene recursos para comprar su propia vivienda en el lugar y eso en el tiempo va aproximando, transformando lo informal en formal por autopropia construcción, por la propia lógica del mercado interno”, expuso.
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