Terremotos, ataques terroristas y bajos niveles de oxígeno en el monte Everest no los pudieron detener.
Mientras el gigante tecnológico Huawei se expandía por el mundo, suministrando equipos para llevar teléfonos móviles y servicios de datos hasta los lugares más lejanos del planeta, una cultura que celebraba las hazañas atrevidas en busca de nuevos negocios presionaba a sus empleados.
Trabajaban horarios extenuantes. Los alentaban para que se saltaran ciertas reglas de la empresa siempre y cuando lo hicieran con el objetivo de enriquecer a la compañía y no a ellos, los empleados, de acuerdo con trabajadores de Huawei entrevistados por The New York Times.
Los empleados de la empresa y la gente que la ha estudiado tienen un nombre para este espíritu corporativo agresivo: “cultura de lobos”.
Ahora, la agresividad de la empresa ha caído bajo nuevos reflectores. Estados Unidos ha acusado a Meng Wanzhou, una alta ejecutiva de Huawei e hija de su fundador, de haber cometido fraude bancario para ayudar a los negocios que la empresa tiene en Irán.
No queda claro qué tanto dio forma la cultura de Huawei a sus tratos en Irán. Sin embargo, una determinación intensa por avanzar, la cual sirvió para impulsar a la firma a la cabeza del mercado global de los equipos de redes de telecomunicaciones, parece haber influido en las acciones de los empleados en casos anteriores que pusieron a la empresa bajo escrutinio.
En un comunicado enviado por correo electrónico, un vocero de Huawei aseguró que cada año la empresa exigía a todos los empleados que estudiaran y firmaran los lineamientos de conducta empresarial. “En el centro de los lineamientos está el principio de actuar de acuerdo con todas las leyes y regulaciones locales”, mencionó el vocero, Joe Kelly. “Cuando la empresa se entera de que los empleados han actuado fuera de estos lineamientos, toma acciones decisivas que pueden incluir el cese inmediato de la relación laboral”.
En 2015, Ren anunció que Huawei había reforzado sus defensas en contra de las conductas inadecuadas de sus empleados. Sin embargo, al año siguiente, en un discurso que se envió a los empleados por medio de un correo electrónico, Ren reconoció que muchos trabajadores no prestaban atención a las reglas y los controles internos, lo cual tal vez se debe, comentó, a que Huawei solía evaluar a los miembros del personal solo con base en qué tantos negocios habían conseguido.
Hace poco tiempo, en un correo a los empleados, Ren señaló que era importante el cumplimiento de las normas internas, pero que no debían convertirse en un obstáculo.
El arresto de Meng este mes ha oscurecido las relaciones entre China y Estados Unidos y ha complicado los esfuerzos que habían realizado las dos naciones para relajar un tenso conflicto económico. Washington ha trabajado durante años para socavar a Huawei, pues considera que sus productos son vehículos potenciales para el espionaje y el sabotaje, una afirmación que la empresa rechaza.
Hay un aumento de la preocupación sobre la seguridad relacionada con Huawei y otros proveedores de equipos chinos entre los aliados tradicionales de Estados Unidos.
Aunque no hay ningún acuerdo formal para buscar una prohibición de Huawei, el debate muestra la floja coordinación de los funcionarios de seguridad de Occidente en su intento por evitar que Huawei llegue a acuerdos para construir la próxima generación de redes de banda ancha móvil, conocida como 5G, mencionaron algunos de los funcionarios.
Está aumentando la presión en el negocio. La semana pasada en Alemania, Deutsche Telekom señaló que estaba tomando en serio el “debate global sobre la seguridad de los elementos de fabricantes chinos en las redes”. La agencia de inteligencia de la República Checa advirtió que el país no debería trabajar con Huawei y ZTE, otra empresa tecnológica de China.
Huawei fue fundada a finales de la década de 1980, durante los tumultuosos primeros años del renacimiento capitalista de China. Ren fue un ingeniero del Ejército Popular de Liberación durante casi una década antes de fundar Huawei, y desde hace tiempo se han permeado valores militares en la empresa: la tenacidad, la dedicación, la motivación.
Este intenso ambiente laboral no es admirado en toda China. Los usuarios de internet atacaron a Huawei después de que un empleado de 25 años de edad murió de encefalitis en 2006. Una avalancha de suicidios de sus empleados provocó más indignación en los medios chinos.
Cuando hablamos de la conducta del personal de Huawei, hay “líneas rojas” que no se pueden cruzar bajo ninguna circunstancia, comentaron cuatro empleados a The New York Times. Entre estas se encuentran divulgar secretos de la empresa y violar leyes y sanciones.
Sin embargo, en la jerga de la empresa, también hay “líneas amarillas”, según los empleados, quienes aseguran que los alientan a ignorar ciertas reglas internas, como la prohibición de usar regalos u otros incentivos para obtener clientes, si es en beneficio de la empresa. Para algunas personas en Huawei, estas líneas quizá se fueron desdibujando a medida que la empresa crecía con gran rapidez por todo el mundo.
“Huawei se ha vuelto el principal proveedor de hardware del mercado de las telecomunicaciones en Irán”, se leía en un artículo publicado en el sitio web de la embajada con fecha de 2009.
Poco tiempo después, Naciones Unidas y Estados Unidos impusieron nuevas sanciones en contra del programa nuclear de Irán. En 2011, Huawei señaló que no iba a firmar nuevos contratos en Irán, y citó que la situación era “complicada” en el país. La empresa también mencionó que iba a limitar el negocio con sus clientes de ese entonces.
Las acusaciones en contra de Meng, la directora financiera de Huawei, se derivan de sucesos ocurridos en 2013.
De acuerdo con una declaración jurada que se realizó durante la audiencia para determinar la fianza de Meng, Huawei usó una empresa llamada Skycom como una filial no oficial para hacer negocios en Irán. En el expediente, el cual contiene información que brindó Estados Unidos, se menciona que Meng ocultó la relación entre Skycom y Huawei para tranquilizar a HSBC y otros bancos al asegurarles que Huawei no estaba violando las sanciones estadounidenses en contra de Irán.
Como resultado, para 2014, HSBC y su filial estadounidense habían aprobado más de $100 millones en transacciones con Skycom en Irán, señala la declaración jurada.
Huawei aún tiene presencia en Irán. En un bazar de teléfonos celulares de Teherán se encuentra una tienda que se especializa en los dispositivos de la empresa.
Adentro, un dependiente, Hamed Hajipour, mencionó que los teléfonos de Huawei son populares en Irán. Hajipour, de 29 años, incluso se había tatuado en el brazo su propio nombre con caracteres chinos.
“Me encanta todo lo que tenga que ver con China”, explicó. “Es un país fantástico y poderoso”.
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