TOKIO. Uno de los responsables del androide Pepper, Kaname Hayashi, presentó hoy su nueva apuesta por la robótica emocional, Lovot, un aparato que aspira a convertirse en un nuevo compañero para el ser humano y solucionar el problema de la soledad.
En una rueda de prensa en Tokio, Hayashi reveló a los periodistas el prototipo de su nueva invención, que emula a robots tan famosos como BB8 de la saga Star Wars y el gato del futuro Doraemon, y saldrá a la venta en 2019.
Su nombre procede de la combinación de los términos “Love”, amor en inglés, y “Robot”, y nace con el objetivo de “despertar sentimientos de amor” y crear un vínculo afectivo con su dueño.
Es tímido cuando conoce a alguien nuevo, reconoce las voces habituales y le encantan las muestras de cariño. Con apenas la capacidad de interacción de un bebé o una mascota, Lovot no es útil ni trabaja para las personas, pero supone una presencia “reconfortante”, según su creador.
A pesar de sus limitadas funciones está equipado con avanzada tecnología: cuenta con sensores en 20 lugares que evitan que choque o caiga, tiene una temperatura similar a la de un ser humano y es sensible al tacto.
También puede emitir sonidos a través de cuerdas vocales artificiales y sus ojos que le permiten fijar la mirada, parpadear, y reconocer las emociones del interlocutor.
Lovot no tiene tantas funciones como Pepper, el famoso humanoide desarrollado por un equipo liderado por Hayashi, que fue comercializado como el primero capaz de comunicarse e interpretar emociones humanas y se utiliza en todo Japón como asistente en los comercios.
Durante tres años, y tras acabar en el proyecto Pepper y fundar su propia compañía, Groove X, Hayashi trabajó en el desarrollo de una tecnología que supla las necesidades afectivas de las personas. “No puede ayudarte, ni solucionar nada, pero puede estar muy cerca de ti”, dijo durante la presentación.
La compañía empieza a apuntar pedidos a partir de hoy y las primeras entregas están previstas para el otoño de 2019. La versión con dos autómatas saldrá a la venta por alrededor de 5.000 euros. ( EFE/ FRANCK ROBICHO)
Pensado para convertirse en un robot familiar, solo pesa tres kilogramos, circula en ruedas a una velocidad de dos o tres km/h, es capaz de hacer un mapa de casa y vuelve a su “nido”, o lugar de carga, cuando se le está agotando la energía.
Además, según explicó su creador, Lovot está diseñado para que “su dueño le coja cada vez más cariño”, por lo que es posible personalizar el color, aspecto de los ojos, e incluso ropa, algo que en particular “le pone contento”, comentó Hayashi.
Disponible para reservar a partir del día de su presentación, el 18 de diciembre, la compañía Groove X espera sacar Lovot al mercado en otoño o invierno de 2019, en formato de pareja, es decir, con dos unidades del robot por cada venta.
El precio de cada pareja se situará sobre los 4.600 euros, mientras que aquellos que deseen un solo Lovot tendrán que esperar a 2020, cuando se venderá por unos 2.700 euros. Además del precio de compra, el dueño tendrá que pagar una tarifa mensual de mantenimiento.
Aunque será comercializado como máquina de compañía, la cámara que integra permite a Lovot enviar imágenes de la casa al dispositivo móvil del dueño, por lo que puede realizar funciones de vigilancia.
Este no es el primer robot que ha sido lanzado al mercado con el objetivo de convertirse en una nueva fuente de calor para los humanos, y cuenta con menos funciones que sus predecesores, pero para Hayashi el interés de los inversores recae en sus posibilidades para convertirse en “una nueva industria”.
Según el inventor, por primera vez, la robótica y la inteligencia artificial se fusionan para incidir en “lo emocional” y no “buscar la productividad”, algo que interesó a muchas compañías.
“Lovot no habla, ni atiende a nadie en una tienda. Comparado con anteriores robots, ni siquiera incluye aplicaciones”, precisó el inventor, y aseguró: “Yo busco algo que esté cerca de las personas”.
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