“No podemos permanecer insensibles ante la honda pena que aflige a buen número de hogares dominicanos. Por ello, expresamos nuestra paternal simpatía, nuestro profundo pesar y nuestro común sentimiento de dolor ya que es una obra de misericordia consolar al triste”, escribieron los obispos dominicanos en la carta pastoral de 1960 que marcó la ruptura de la iglesia católica con el régimen de Rafael Leónidas Trujillo.
“Carta Pastoral Colectiva del Episcopado de la República dominicana en ocasión de la fiesta de nuestra Señora de Altagracia” es el título del documento leído en todas las parroquias el 31 de enero, cuyo primer borrador se atribuye a monseñor Félix Pepén, y su distribución burló los servicios de seguridad del Estado, hecho del cual se conmemoran 60 años.
La carta se produjo en un momento en que el país aun no se había restablecido del exterminio, previa tortura, de los miembros de la expedición que llegó el 14 de junio de 1959, armas en manos, para derrotar a la tiranía.
Asimismo, en ese tiempo se había producido el apresamiento 350 de jóvenes profesionales y miembros de la clase media, algunos con apellidos sonoros, en el llamado “Complot Develado”, de los integrantes del Movimiento Revolucionario 14 de junio que lideró Manuel Aurelio Tavares Justo.
Amén de la secuela que había producido en el país el régimen que se inició en 1930, cuando el único camino de los opositores era el exilio, la cárcel, el silencio o simplemente el asesinato. La familia estaba dividida, pues muchos dominicanos partieron al extranjero para salvar sus vidas.
“Con la iglesia no se pelea”, le respondió Trujillo al jefe del SIM cuando le recomendó adoptar medidas duras contra los sacerdotes. Y él sabía por qué lo decía ya que la iglesia, a la que otorgó personería en 1932, fue uno de los poderes fácticos de la sociedad que ayudó a sostener la dictadura.
Empero, a pesar de que Trujillo dijo que no se pelea con la iglesia, ello fue desoído y se enfrentó a la misma. El 5 de marzo de 1960 monseñor Francisco Panal lo invitó a un tedeum en La Vega y la homilía fue tan dura como la pastoral del 21 de enero de ese año, en lo que se conoce como la “Pastoral de Panal”.
A partir de entonces Trujillo ordenó que la misa oficiada por Panal fuera interrumpida por delincuentes, prostitutas y otros malhechores que penetraron violentamente al templo.
La carta pastoral marcó la ruptura entre la iglesia y el régimen de Trujillo, lo cual se acentuó cuando se le negó concederle al tirano el título de “Benefactor de la Iglesia”, lo cual fue rechazado por los obispos.
El documento eclesial fue suscrito por Ricardo Pittini, arzobispo metropolitano de Santo Domingo y el arzobispo coadjutor de Santo Domingo, Octavio A. Veras. También, por Hugo Eduardo Polanco Brito, obispo de Santiago de los Caballeros, monseñor Francisco Panal, obispo de La Vega Real, monseñor Juan Félix Pepén, obispo de La Altagracia, y monseñor Tomás F. O’ Reilly, obispo de San Juan de la Maguana, y monseñor Juan Félix Pepén, obispo de La Altagracia.
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