MADRID. “Al igual que ocurre con la piel, que puede reflejar otras enfermedades, los ojos son un órgano donde se pueden manifestar señales de otras enfermedades que no son propias de ellos y de la visión”, explica a EFE Ana Albandea, doctora del Servicio de Oftalmología del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid.
Asimismo, la pupila en sí, con sus propios nervios y músculos, puede mostrar signos de que algo no va bien.
“Los reflejos pupilares son básicos en cualquier exploración. Si esos reflejos son normales o están alterados nos pueden ayudar a ver si puede haber una enfermedad u otra, como patologías del sistema nervioso central, enfermedades neurodegenerativas, accidentes vasculares, traumatismos…”, indica Albandea.
Este apoyo de la oftalmología para confirmar e incluso dar la señal de alarma de enfermedades del organismo, hace que sea recomendable que pacientes con factores de riesgo acaben acudiendo a revisión, derivados por el médico de cabecera.
“Pero sería casi inabarcable para la sanidad pública asumir una revisión anual de todos los adultos sanos, sin síntomas”, comenta la especialista en la Sección de Párpados, Órbitas y Vías Lagrimales del Ramón y Cajal.
La detección del cáncer a través del ojo no es tan habitual, pero a veces esa ventana ocular puede mostrar alguna huella.
“Aunque es menos frecuente, la aparición de un lunar o mancha en la retina podría detectar un carcinoma de pulmón y, cuando esto es así, pedimos estudios que confirmen la sospecha de encontrarnos ante una metástasis coroidea de dicho tumor”, afirma por su parte, el doctor David Antolín, director médico de Clinilaser de Madrid.
La doctora Albandea también indica que lo habitual es observar en el ojo una afectación tumoral pero, precisa: “tampoco es lo más frecuente que a través del ojo se diagnostique un cáncer ubicado en otra parte del organismo”.
Según la oftalmóloga, existen algunos tipos de linfoma que se reflejan en el fondo de ojo.
“Podemos ver metástasis que afectan al ojo y a su órbita procedentes de tumores en otras partes del cuerpo, pero no es lo habitual que se produzca un primer diagnóstico a nivel ocular”, puntualiza esta especialista.
La diabetes es una enfermedad crónica que puede afectar a todas la partes del cuerpo y de forma específica a los ojos.
“A las personas diabéticas sí es necesario hacerles controles anuales oftalmológicos”, indica la doctora del Ramón y Cajal.
Por eso, al asomarse al fondo de ojo, “vemos cómo está el estado de arterias y venas porque la vascularización de la retina se afecta de forma muy peculiar en el paciente diabético”.
Estas señales se muestran de múltiples maneras: pequeñas dilataciones de capilares, puntos rojos o microaneurismas, hemorragias en la retina o exudados (una especie de sustancia amarillenta) en el fondo de ojo.
“Lo más típico en los diabéticos son los exudados y las hemorragias en la retina. Tenemos que completar con otras pruebas, pero los pacientes diabéticos, incluso asintomáticos, tienen que venir todos los años; es un sector de la población muy controlada”, manifiesta la doctora.
“Se trata de una enfermedad desmielinizante que cursa en brotes y, en cada brote, puede afectar a cualquier afectación nerviosa de cualquier parte del cuerpo y, de forma muy concreta, puede haber una afectación en el ojo”, explica la doctora.
La esclerosis múltiple provoca una inflamación del nervio óptico con pérdidas de visión agudas y bruscas. “Tampoco es normal -añade- que diagnostiquemos una esclerosis múltiple por una afectación ocular, pero a veces ocurre”.
“En un paciente con un diagnóstico de esclerosis múltiple, los neurólogos siempre les recomiendan que, ante cualquier problema visual, deben consultarlo con el oftalmólogo, incluso que vayan a urgencias”, apunta.
“A veces, vemos pacientes con una pérdida de visión, pero que no tiene ningún diagnóstico todavía. Por las características de esa pérdida de visión podemos ayudar a descartar o no una esclerosis múltiple, pero los oftalmólogos no hacemos el diagnóstico de esta enfermedad, los derivamos a neurología”, apostilla la doctora.
La enfermedad de Wilson se produce en personas que no eliminan correctamente el cobre por lo que se deposita en determinados tejidos.
El cobre liberado por el hígado, sale directamente al torrente sanguíneo, causando graves daños en el cerebro, los riñones y los ojos.
“El cobre se deposita en capas de la córnea y en el microscopio se ve de un color marrón verdoso, síntoma que puede apoyar el diagnóstico de médicos internistas y de digestivo”, explica la oftalmóloga.
Los pacientes con problemas de tiroides pueden tener, a lo largo de su vida, alguna alteración ocular.
En este campo sí hay signos oftalmológicos que permiten al especialista en salud visual hacer un diagnóstico previo y derivar al endocrinólogo.
“Son pacientes que tienen los ojos como espantados, más abiertos, párpados muy hinchados y que, a veces, ven borroso”, argumenta la doctora.
Ante un paciente con crisis hipertensiva, con un nivel de presión arterial por encima de 20, es necesario someterle a un fondo de ojo, pero en pacientes hipertensos controlados “realmente no sería necesario esa revisión rutinaria de ojo”, indica la especialista.
Un ictus o un accidente cerebrovascular, como una hemorragia o infarto, puede provocar en el adulto un estrabismo adquirido al afectar a un nervio que es el que mueve los músculos de los ojos.
Son pacientes que pueden tener visión doble o diplopía y hay que averiguar su causa.
“El ojo -señala Albandea- está sufriendo la visión doble y los oftalmólogos estudiamos cómo se mueve el ojo y qué músculo es el que está afectado. Y debe ser la intervención del internista o neurólogo el que determine por qué está afectado ese nervio en concreto. La causa no es del ojo, la causa hay que buscarla en el sistema nervioso”.
El estrés es un trastorno que también puede dar la cara a través de los ojos. El temblor de párpados o la inflamación de los glóbulos oculares son algunos de los síntomas.
Según el doctor David Antolín, “incluso podríamos llegar a ver borroso o distorsionado y a perder la visión de forma momentánea y repentina. El motivo se debe a una coroidopatia serosa central, causada por una inflamación de la mácula”.
“Se trata de un cuadro transitorio -agrega-, por lo que no precisa de tratamiento oftalmológico en la mayoría de los casos, pero que nos alerta de que el estrés que padecemos ha llegado a niveles demasiado altos y que deberíamos vigilar”.
La enfermedad de Wilson se produce en personas que no eliminan correctamente el cobre. Liberado por el hígado, sale directamente al torrente sanguíneo, causando graves daños en el cerebro, los riñones y los ojos.
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